viernes, 15 de enero de 2010

Mundo Onírico

Una tercera parte de nuestra vida, la pasamos durmiendo. Comer, beber y dormir, son necesarios para conservar la vida. Por medio del dormir, nuestro organismo descansa y se repone del desgaste diario.
Toda la vida se ha predicado esa visión inservible de los sueños, así que no es extraño que el ser humano haya perdido ese interés por descifrar y “escuchar” sus sueños.

No es sólo el hecho fisiológico de dormir, el cometido de soñar, también tiene una parte psicológica, todos la conocemos, son el lenguaje de los sueños. Se sabe, por estudios muy precisos, que las personas con estrés emocional suelen crear historias oníricas para dar libertad a inhibiciones del sensorial.

La eficacia es evidente, pues, son muy pocas las personas, que a lo largo de su vida y recordando gran cantidad de sueños, hayan sido capaces de estar soñando y saberlo al mismo tiempo.Debido a la aparente incongruencia de las visiones oníricas, desde tiempos tribales, se viene dando un significado a estos símbolos.

En nuestros tiempos sucede lo mismo, con el añadido que nos viene de la escuela psicoanalítica que fundara Freud. Pero, el onírico no acaba ahí, todos sabemos que a través de los sueños, se pueden transmitir pensamientos, como el de amigos o amantes, que sintiendo el peligro por el que pasa el ser querido, lo ven, o incluso, se adelantan a la desgracia previniendo en el mismo sueño a esa persona.

Casos como los descritos han sido documentados y muchos otros quedan en la memoria de quienes los han vivido. A través de los sueños se producen muchos fenómenos parapsíquicos.

Todo lo que nos llega de lo onírico, es, en su mayoría, incongruente, de ahí la necesidad de una interpretación según su simbolismo.

Los sueños curan, avisan, vaticinan, confirman o niegan; son una inestimable ayuda para un crecimiento personal, una potenciación de las virtudes y la sabiduría. En definitiva, una pista más sobre cómo comportarnos en nuestra vida diaria e incluso futura.